miércoles, 14 de mayo de 2014

Personajes legendarios de Córdoba


Todos estos personajes de Córdoba son tan populares como las calles que poblaron. Hicieron gala de su picardía y dejaron una huella imborrable, pero detrás de ellos se esconde el sufrimiento indecible que causa la pobreza, la enfermedad, el abandono, la indiferencia...

La Pelada de La Cañada



Corría el año 1885, año en que se implantaba la Ley Nacional del Servicio Militar Obligatorio. Además en ese mismo año, Leopoldo Lugones fundaba el primer Centro Socialista.

Siguiendo los acontecimientos ocurridos en ese año, diremos que el viernes 17 de mayo, llegaba al recinto de la legislatura, alrededor de las 14 horas, el triunfante nuevo gobernador a prestar juramento. Tratábase de un joven abogado de 35 años de edad, que ocuparía el sillón que dejaba Don Manuel Estrada.

 Nos referimos al Doctor José Figueroa Alcorta, que mas tarde seria Presidente. Por esos tiempos, todavía Córdoba se alumbraba por las noches, con farolitos a gas de carburo de calcio y la ciudad se constituía en una aldea esencialmente religiosa, que se acostaba con murmullos de rezos y se despertaba al tañer de las campanas de sus iglesias.

Se vivía en una época de duendes y fantasmas. La superstición o la credulidad del pueblo, se entremezclaba con creencias esotéricas, donde proliferaban sucedidos y leyendas que corrían en las tertulias familiares llegando esos comentarios a atemorizar las mentes infantiles, hasta en las horas de “las inevitables siestas”, creando duendes y fantasmas, merced al clima propicio de aquella sociedad.En cada baldío o zanjon la imaginación de aquellos habitantes creaba un fantasma, nos atreveríamos a pensar. Los lugares mas aprensivos por lo sombrío del panorama, solía ser La Cañada, culpable también de las inundaciones traicioneras.

Fue justamente , en el trayecto desde Las Cinco Esquinas hasta su desembocadura con él rió, que empezó por aquellos años a aparecer un fantasma que durante largo tiempo provocó el temor de muchos cordobeses, para después convertirse en una leyenda.

Las características de este aparecido, según los comentarios, de los que decían que lo vieron: “Era movediza, tenia una lustrosa pelada, vestía de blanco y crecía y sé encogía con facilidad”. Tratábase de La Pelada de la Cañada. De Pronto se aparecía cerca de la Capilla del Niño Dios (que se ubicaba en la intersección de la calle San Juan y La Cañada), como por las inmediaciones de la vieja fabrica de porcelana, por la calle Rioja.

Tal vez aprovechando la fama de la Pelada de la Cañada sin dudas, habrían aparecido algunos imitadores. Pero lo cierto es, que entre los asaltados por este fantasma, habría un comerciante "turco" que decía se le había aparecido por la fabrica de porcelana . Lo interesante del caso, era que del susto recibido, no podía bajarse del caballo que montaba, y pretendía por ese inconveniente, hacer la denuncia desde su cabalgadura. Cuentan que el comisario no encontraba la manera de hacerlo descender del animal al denunciante y al preguntarle el “por que de su actitud”, contestole el turco de marras:
Pasar señur comesario, que la Belada de la Cañada, ha asustado al caballo mío y ahora no dejar bajar al pobre turco...

Preguntando en la oportunidad el Comisario:
>Usted, ¿no se asunto, amigo?

Respondiendo el turco:
Yo simplemente ensuciar pantalones, señur comisario.

Para terminar de contar esta anécdota, diremos que tiempo después unos soldados del Regimiento 4 de Ingeniería que tenian sus cuarteles precisamente en la vieja fábrica de porcelana entre la calle Rioja y La Cañada, le hicieron una celada al fantasma, no se sabe si fue el autentico, y le dieron una soberana paliza.
En algunas versiones, como en los cuentos de terror de Luisa Ventura, la pelada era una prostituta, travesti, a quién se le había caído la peluca....


JARDIN FLORIDO



Esto que comentaremos no es una historia, le faltarían años, ni siquiera una crónica y menos una anécdota. Es simplemente un recuerdo de nuestra Córdoba, que se nos fue ayer nomás.

Se llamaba Fernando Albiero Bertapelle y había venido de un pueblito de la provincia vecina de Santa Fe, y no de Italia como muchos creyeron.

Antes de hacerse famoso por su vestimenta y por sus flores, empezó a trabajar en el viejo bar y confitería “Richmond”, allá por la calle Buenos Aires frente a la plaza San Martín. No importa saber de que, solo diremos que fue desde 1931 a 1933. En el año 1936, merced a un a recomendación de un famoso abogado penalista, que tenia su estudio juridico justamente con otro no menos conocido, por la calle Rivera Indarte al 500, entro a trabajar en un club aristocrático y su figura empezó a visualizarse por las calles de la ciudad vestido de etiqueta, con un pequeño ramito de flores en su solapa y un lustroso bastón cuya empuñadura era una bola de billar legitima de marfil, adminículo que le ocasionaría varios inconvenientes en su pintoresca vida, cuando se le salía del madero.

Más tarde lo individualizaron con mayor nitidez, porque agrega a su atuendo "un florido lenguaje", cuando se dirigía en especial a las damas de "la docta" y su nombre de pila se pierde definitivamente, hasta para sus propios allegados, porque es la ciudad de Córdoba, quien lo bautiza por siempre, con los apodos de “Ventanita Florida”(por culpa de una nota de Don. Azor Grimaut) y por el apelativo de “Jardín Florido”, que finalmente le quedara hasta su desaparición. Al correr el tiempo “Jardín Florido” se adueña de las arterias de la ciudad que le dio su nombre. Ocurre que ambos se complementaban.

La ciudad porque evidentemente protege al personaje que ha engendrado y “el hombrecito elegante y piropeador” sabedor de ello, agradecido le ira perfumando las calles de piropos. Posteriormente: “Jardín Florido” entra a trabajar en una inmobiliaria (Villalón), en la calle 25 de Mayo al 200, al lado del Hotel Victoria, donde realiza excelentes negocios, que le permiten adquirir su conocido automóvil “Packard” que muchas personas aseguraban, había sido de Carlos Gardel(cosa que no es cierto, pues el coche del cantor, que era replica del que comentamos, había sido adquirido por un vecino Alta Córdoba), con floreros en los costados, que nuestro personaje no dejaba nunca de ponerle flores. 

Entonces, hasta aquí, hemos descartado dos arraigadas suposiciones demostrando que “Jardín Florido” no era ni traficante de drogas, ni que su coche era de Carlos Gardel, como se decía.

>Ahora pasaremos a relatar sus intimidades. Sabemos que Jardín Florido vivía en la calle Antonio del Viso 738, planta baja, al lado de la comisaría séptima, de estado civil soltero, pero pocos conocerán que vivió en una finca, propiedad del señor Sebastián Monserrat, alrededor de 30 años y que falleció en ella, en julio de 1963, entre las 9 y 10 de la mañana, cuando tenia 88 años. Y que poco tiempo antes de su desaparición, le agradaba de sobremanera tomar el tranvía cuando estaba en movimiento, demostrando de paso un excelente estado físico.

Este personaje novelesco de la Córdoba nuestra, no vivía solo como muchos podían suponer. No, compartía sus horas, en compañía de una dama, nativa del departamento Sobremonte. Relación amorosa que llego a prolongarse alrededor de 10 años, hasta su muerte.

Además diremos que la comida, la recibía de la confitería del Plata, (pues era muy amigo de sus dueños). Por ultimo comentaremos que su especial modo de pensar y vivir, lo llevo a ser culpable de una involuntaria tragedia. 

Allá por 1953/54 conduciéndose en su famoso Packard al llegar a la intersección de las calles Urquiza y Jerónimo Luis de Cabrera, al observar una hermosa mujer que pasaba por las inmediaciones, no pudo con su genio, soltó el volante de su coche con intenciones de sacarse su galera y arrojarle una flor a la bella dama, como era su costumbre, e imprevistamente se llevo por delante con su coche a tres escolares de la escuela Garcia Faure. 

Perdiendo a su automóvil a su pequeña fortuna en concepto de indemnización y otros gastos. Solo nos resta decir que Jardín Florido fue, una parte indivisible de la Córdoba romántica y que se podría definir con los versos del poeta que decía:No se que dice suspirando el agua,
del rio que cruzaba en su piragua,
el indio aquel que se llamo Suquia.
No se que dicen sus perennes voces.

No fue un dandy, tampoco pobre, pero detrás de su elocuencia se ocultaba su gran soledad, la que la acompañó hasta el final de sus días y tal vez hasta un piropo le mereció. 

LA PAPA DE HORTENSIA


La Papa de hortensia es conocida hoy por ser el nombre de una famosa revista surgida en 1971, que en su primer número, en la tapa ilustra a este popular personaje de Córdoba y del cual tomó su nombre.

La papa de Hortensia, cuyo nombre real era María Herminia Rodríguez de la Fuente, era una de las tantas que vivieron y sobreviven tomando por hogar las calles.

Podríamos retratarla físicamente como una mujer con los cabellos despeinados, su cara presentaba el rubor de los que beben alcohol de manera abusiva y su nariz ancha contrastaba con la falta de algunos de sus dientes. Solía estar en Av. Colon, cercana a los bares más importantes de aquella época como el Munich y su recorrido abarcaba la plaza San Martín, vendiendo a viva voz sus papas de hortensias. Pero este dato no es el que la llevó a destacarse sino, su aspecto poco pulcro y su lenguaje grotesco. Incluso se dice que solía mostrar sus partes pudendas si el ocasional transeunte no le compraba sus papas y otras cosas que solìa vender. 

Detrás de lo pintoresquista de su imagen jocosa, se esconde el dolor de una mujer con problema mental que no fue asistida como correspondía. 

Todos estos personajes de Córdoba son tan populares como las calles que poblaron. Hicieron gala de su picardìa y dejaron una huella imborrable, pero detrás de ellos se esconde el sufrimiento indecible que causa la pobreza, la enfermedad, el abandono, la indiferencia...