martes, 10 de diciembre de 2013

¿Extraterrestres o zombies? Contra la criminalización de la protesta social y naturalización de la pobreza por parte del estado neoliberal




Marginales en la noche
La novela Letra Muerta de Cezary Noveck y Guillermo Bawden plantea una Córdoba apocalíptica enfrentada a los zombies con reminiscencias del cine de terror y la historieta, especialmente El Eternauta de Oesterheld. Todo comienza en un futuro distópico de la Argentina -gobernada por Mauricio Macri- a partir de una serie de “turbas” de los vecinos en reclamos que son duramente apremiados por los gendarmes.
En ese contexto de violencia callejera y protesta social,  las primeras noticias de esos hechos están obstaculizadas por el mismo gobierno, según deja ver uno de los pocos medios que trata de registrar lo ocurrido a lo largo del relato:

Cacerolazos. Vecinos de la Capital Federal se concentraron frente a la Casa Rosada para manifestar su descontento por la falta de respuesta del Gobierno Nacional ante los reclamos sobre los niveles inéditos de violencia que se vivieron en las calles de Buenos Aires durante la última semana. La policía disparó balas de goma para disuadir a  los manifestantes, dado el nivel de agresividad presentado. Sin embargo, horas después, un cordón de gendarmería impidió el acceso a los medios en las inmediaciones. Desde hace nueve horas que se desconoce el paradero de nuestros enviados especiales desde… (Bawden, 2012:11, 12)

Los primeros informativos destacan la violencia como hecho aislado[1], pero ya van presagiando el clima enrarecido del fantástico a disposición de los lectores con bastante dejo de ironía hacia el contexto en que se desarrollan los hechos.  
En este caso, el texto de ficción crea un escenario distópico, pero verosímil, donde el “macrismo” -la oposición del kirchnerismo caracterizada por varios estudios como la versión más representativa del neoliberalismo y la derecha más ortodoxa- ha tomado el poder y se dispone a reprimir a las masas enfurecidas en las calles.

Pese a la muerte del vicepresidente Rodríguez Larreta a manos de una turba de peatones fuera de control durante un acto público, este mediodía, el presidente Macri no suspenderá su viaje diplomático a Suiza. (…) Al parecer, esto es mundial, el diario habla de combates en Córdoba, Rosario y Buenos Aires y da instrucciones de cómo proceder con los muertos en cada caso. Nada de entierros. Se queman. No importa cómo murieron. Siempre hay que destrozarles la cabeza. Siempre. (Ibíd. 17)

La primera relación entre el “monstruo” y el subalterno está dada por las propias marcas textuales, la “turba” anarquista de ciudadanos que reclaman  por los niveles de violencia son paradójicamente, violentados por el gobierno.
Inicialmente nadie sabe a qué se deben los aumentos en los crímenes, pero los vecinos excluídos de la agenda oficial salen a pelear a las calles y, según las primeras noticias son reprimidos también por confundirse con los criminales.
De hecho el comunicado oficial señala que estas manifestaciones de orden público deben ser reprimidas ferozmente sin ningún tipo de contemplación, es decir, sin consideración “humanitaria” alguna.  A medida que la novela avanza el marginado social se termina convirtiendo en una tipo aún más descalificado, algo así como un “marginado” de su propia especie, un humano no tratado como tal.
El discurso mediático es el primero en afianzar este estereotipo, cosificando primero a las muchedumbres que reclaman, sin nombrarlas y sin hacer mención a sus reclamos, sólo a la manera en que deberán ser eliminadas en una especie de nuevo holocausto. Las noticias, sin mucha premeditación, asignan a la muchedumbre nuevos rasgos estigmatizantes aunque su propia incoherencia queda al descubierto al admitir que son sólo hipótesis:

El caos se instaló en casi todas las provinicias del territorio nacional. Las ciudades han colapsado. La población de los principales centros urbanos está desbordada. Las rutas, todas atascadas e imposible de transitar. Reportes de Rosario, Córdoba y Mendoza, aseguran que los civiles estaráin saqueando los supermercados en masa. Otras fuentes afirman que se atacan los unos a los otros sin motivo aparente. Crecen los rumores sobre una peste altamente contagiosa de naturaleza desconocida. Expertos afirman que se trataría de histeria masiva o psicosis colectiva. Lo cierto es que no se ha podido tener ninguna información fidedigna que pruebe alguna de estas versiones. Videos enviados a youtube muestran violencia y asesinatos por todas partes. Pero nadie puede explicar  nada (Ibíd. 20)
Acaso sea posible decir que algunas de estas citas aluden al contexto donde surge la novela (2012) atravesado por los conflictos entre el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y las emisoras del Grupo Clarín al cual se le acusa formalmente de ocultar y tergiversar información política a sus oyentes. De todos modos, el debate actual entre las grandes corporaciones mediáticas y su influencia en la opinión pública es una línea más de lectura que sugiere la novela.
Como respuesta prevista estos medios aseguran que la comunidad pide “mano dura” por parte del gobierno, ahora acéfalo, y una figura con un pasado asociado a la causa de la tragedia militar en la fábrica de Río Tercero organiza a los grupos militares para preparar la contraofensiva ante una ofensiva poco clara caracterizada por la desesperación, pero también por el silencio.
Un rasgo más que el subalterno comparte con el elemento fantástico es el silencio: el “monstruo” que no sabe/no puede defenderse a sí mismo, lo que ha dado dentro del género figuras como las de Frankestein, monstruos incomprendidos por la sociedad victoriana en crisis:

En la otra esquina, en cambio, parecía haber más orden, al menos los dos atrulleros cruzados en la calle y la vereda daban esa impresión. Sólo en ese momento me parcaté de que no había una guardia de infantería con sus escudos de fibra de vidio sino que los policías sostenían el avance de la muchedumbre con las mesas de plástico de los bares. Habían aparecido de repente (o al menos hasta que sentí los disparos yo no los noté) llamados por la urgencia, habían tenido que improvisar defensar para contener el tumulto. La muchedumbre delante de ellos era silenciosa; se veía a algunos heridos a juzgar por la sangre en sus rostros y vestimenta. En medio de la incertidumbre, la multitud agolpada a mitad de cuadra se mantenía expectante. Le siguieron unas explosiones aquí y allá. La gente reunida en mitad de la cuadra permanecía en un silencio que fue más atemorizante que cualquier grito o pedido de auxilio (Ibíd. 15).

Los lexemas van preparando el terreno para lo fantástico desde el registro inserto en la realidad hasta lo desconocido: el subalterno primero como “vecino enojado”, después como “turba enrarecida” y finalmente como “germen de violencia, como “infectado”, elemento enfermo de la sociedad que debe ser eliminado sin ninguna compasión. 
Entre las filas de “enfermos” se cuentan representantes de las distintas clases sociales, lo que los caracteriza es su contribución al caos social, pero el planteamiento del conflicto permite relacionar la protesta social con la enfermedad. Es decir, la del zombie como “agitador social” en posición de subalterno en relación al gobierno, al resto de la sociedad que lo excluye como germen del mal, aunque poco se sabe de sus motivaciones iniciales.
Por otro lado, el desigual tratamiento de los sobrevivientes  sugiere la crítica social cuando un grupo de éstos trata de entrar al countrie “Las Delicias” y su acceso le es negado por los militares. Los “pobres” del grupo prometen venganza –y la ejecutan- arrastrando consigo al grupo de los zombies contra el personal que custodia el countrie, esta vez el zombie se ha desplazado a un rol equivalente al del delincuente, el criminal  que es arrastrado por la pobreza hasta infiltrarse en el seno de las clases pudientes.
¿Víctima o victimario? La figura del monstruo como asocial genera gran atractivo en los mass media, muchas veces incluso en un claro proceso identificatorio promovido por ciertas huellas discursivas. Para Zaidman es natural que la clase popular sea representada de manera monstruosa exacerbando su corporalidad frente al discurso letrado que lo retoma como un “injerto” distante a sus códigos. Así el pueblo es frecuentemente representado como el “hedor” latinoamericano al que hace referencia Kusch, como el bárbaro dentro de la corriente civlizatoria que encarna la novelística y ensayística del “salón literario” el siglo XIX.
Para Hannah Arendt, “el monstruo revela ser, sin embargo, la víctima, ella es el exceso, el efecto siniestro de una ley sagrada o laica”. Hannah Arendt ha rechazado el carácter monstruoso del victimario porque ha visto en Adolf Eichmann a un hombre mediocre, para luego “concluir que el genocidio no necesita monstruos sino burócratas porque es en la norma, no en el sujeto, donde se sostiene la maquinaria criminal del Estado (en Zaidman, 1999:22).
En la novela el zombie es tan temible a veces como las acciones desaforadas del gobierno que, ante la incapacidad de clasificar a tiempo a los enfermos “asusta” a los pocos sobrevivientes con una crueldad premeditada, pero igualmente “terrorífica”.  Acaso porque ya estén condenados de antes, es decir, porque pese más la sospecha que la realidad lo que es común para con los marginados sociales. Para Daroqui: “aquellas personas consideradas responsables o culpables de un acto que supone una sanción legal y/o moral carecen de derechos a la hora de tomar contacto con las agencias de control social estatal, es decir, los autores de supuestas acciones delictivas nunca son víctimas en el marco de las consecuencias de esas acciones” (Daroqui, 2009:14).
La organización de las “milicas” urbanas enfrenta a los zombies y al terrorismo de estado tratando de encontrar la verdadera causa de la enfermedad, formando grupos solidarios primero a través del contacto epistolar entre los diversos sobrevivientes que luego se reúnen en el Chateau carreras.
En Villa Edén parecen encontrar la respuesta o, al menos, un eslabón más de la verdad cuendo conocen a Jeni y su gente: una muchacha humilde que asiste a sus vecinos diariamente en un comedor. El asilamiento de este grupo de la violencia de las Ciudades parece ser la panacea de la enfermedad, una especie de escenario utópico caracterizado por su distancia a los males de las sociedades modernas, algo así como el “buen salvaje” de Rousseau que puede redimir al hombre civilizado en tanto se mantenga puro e ingenuo.
Por el contario, el precio a pagar para el que pretende salir de su ensimismamiento parece ser muy alto. Ante el pedido  de respuesta de un civil a un uniformado y su negativa a hacerlo, aquél refelxiona: “la protección, la seguridad, como siempre, tenía un precio. Antes se accedía a ella con dinero, con status. Ahora era la  subordinación” (Op.Cit. 70)
La novela prevé un futuro que a la vez emula un pasado muy marcado en el imaginario de la sociedad argentina, el menemismo caracterizado por la ciminalización de la protesta y a la vez de la pobreza como signo naturalizado:

Es el gobierno político hoy dominante de esta transformación el que impone ideológicamente preferible “excluir” que “incluir”, no ciertamente porque se fie de poder controlar socialmente todos los excedentes a través de la represión penal y carcelaria, sino porque la respuesta dada por la criminalización de la pobreza es simbólica y, por tanto, pedagógicamente coherente con la advertida necesidad de afirmación de las nuevas virtudes neoliberales (Svampa, 2005: 78)

Lo fantástico opera aquí recuperando  las subjetividades que los discursos sociales construyen en torno a las marginalidades en el entorno que el lector califica como “real”.
Pero se  problematizan esos discursos a través del fantástico, es más, utilizando al fantástico como un eslabón más de lo real que permite dimensionarlo a través de la hipérbole, de la metáfora, a través del uso que le da a las  categorias y jerarquias sociales con roles tradicionalmente impuestos y acaso “controlados” por quienes organizan la creencia social.
La figura final del mártir, del cura redentor, nos dice que el problema tal vez no esté en el enfermo sino en quien enferma o en quien vive sin saber que ya está muerto…

Bibliografía: 

Bawden y Koveck. Letra Muerta. Llanto de Mudo. 2012. Córdoba.
Daroqui. Alcira. "Muertes silenciadas: La eliminación de los "delincuentes". Ediciones del CCC. Buenos Aires. 2009. 
Korol, Claudia .Coord.(2009). Criminalización de la pobreza y de la protesta social. Editorial El Colectivo. Buenos Aires.
Zaidman,E. "La interrogación" en Letrados lletrados. Ana María Zubieta Comp. 1999. Buenos Aires. 




[1] Por ejemplo, esta cita parece referirse en el contexto de ficción al periodista de Canal Doce, Enrique Sdrech que conduce un programa sobre casos policiales en canal trece: en el doce, que retransmitía el trece de Capital Federal, el especialista en policiales explicaba el caso de un tal Sosa, detenido ese mismo día, que había matado a su hermano de un mazazo en la cabeza. El periodita insistía en un dato: el hombre afirmaba que su hermano lo quiso atacar después de muerto…podría sonar loco. Pero los enfermeros de la ambulancia privada, que estaban presentes, afirmaban lo mismo (Bawden y Noveck, íbid. 12-13)


¿Cordobeses extraterrestres?
Se acuerdan de Distrito 9. Era una película sudafricana-neozelandesa de ciencia ficción que en 2010 fue dirigida por Neill Blomkamp, y producida por Peter Jackson, el  que filmo la saga del Señor de los Anillos.

El film está ambientado en Johannesburgo en un ucrónico 2010, 28 años después de la llegada de una nave alienígena a la ciudad sudafricana. Más de dos décadas después del primer contacto, los extraterrestres conviven con humanos pero han sido ubicados en un gueto, el Distrito 9.

La película comienza como un documental. De esta forma el espectador conoce el trasfondo de la película: una gigantesca nave alienígena llegó a la Tierra en 1982 y permaneció suspendida sobre la ciudad de Johannesburgo, en Sudáfrica. Pasados varios meses sin que se observaran señales de vida y tras varias deliberaciones los humanos decidieron abrirse paso a través del blindaje de la nave para acceder al interior. Lo que allí se encontraron fue cerca de un millón de alienígenas desorientados y desnutridos. Al principio los extraterrestres recibieron ayuda humanitaria, pero con el tiempo se vieron obligados a vagar por la ciudad revolviendo en la basura y buscando comida. Los extraterrestres comenzaron también a robar y a cometer actos vandálicos en la ciudad para sobrevivir.

La población de Johannesburgo mostraba cada vez más rechazo hacia los alienígenas, y tras las quejas generalizadas se logró que fueran recluidos en un área militarizada llamada Distrito 9, donde los alienígenas vivian hacinados,  prácticamente en guetos. Los propios pobladores de Johannesburgo se manifiestan totalmente xenófobos, discriminatorios y racistas. Algunos llegan a decir” hay que matarlos a todos”,”son vagos”, no laburan”, aparte “no son humanos, que hacen aquí, ”encima los tenemos que alimentar”.
El Distrito 9  era un campo de concentración de extraterrestres. No podían salir sin autorización, sin ser requisados y no podían ingresar a la ciudad. Si salían del Distrito podían ser exterminados de forma inmediata. Subalimentados desnutridos, comienzan a salir del gheto y se dedican a cometer todo acto de desmanes, como comer cubiertas de autos, robar comidas para gatos, ya que de eso se alimentaban.

Los extraterrestres, que recibieron numerosos nombres despectivos ("bichos" en español y "prawns" en inglés), sentían una enorme adicción por la comida de gato, por lo que tuvieron que vérselas con grupos criminales que se la conseguían. Puesto que entre los alienígenas y nativos se producían enfrentamientos constantemente se creó un clima- anti alienígena generalizado que recordaba a los tiempos del apartheid. Los expertos explican que la nave nodriza perdió su módulo de control, por lo que no está operativa, y opinan que los alienígenas eran perseguidos políticos  en su propio planeta y habían huido del mismo como refugiados.

Se decide la reubicación de los os mismos en el Distrito 10 ubicado más lejos aún de la ciudad. La misma está a cargo de una empres privada, ya que el Estado no podía carecía de recursos para hacerlo..
Temas de racismo y la xenofobia son presentadas por la película, en forma de “especismo”, que le aplica a los alienígenas. El "especismo" se manifiesta a través de la palabralangostino para describir a los alienígenas, siendo una referencia para el langostino Parktown, una especie de rey cricket considerado una plaga en Sudáfrica.

El 3 D cordobés

Sin llegar a la  rigidez del sistema de apartheid, no es menos cierto que  algo de ello pude extrapolarse a nuestra Provincia y Ciudad. El hecho de la erradicación de las villas miserias a la periferia de la ciudad, ha convertido a dichos barrios  en verdaderos guetos, donde sus habitantes deben trabajar, y realizar todos sus actividades en el mismo, y no pueden  salir del mismo, so pena de ser controlados, demorados, y hasta detenidos por “merodeo”, figura totalmente inconstitucional del Código de Faltas, instrumento del Estado cordobés  de control social.
Como dice María de los Ángeles Lasa, Licenciada en Relaciones Internacionales de la UCC, en el matutito Hoy Día Córdoba del 9-12-2013, “El gobernador Schiaretti en su momento (años 2007.-2008 culmino el proceso de relocalización de villas de emergencia ubicadas en la zona céntricas y peri-céntricas de la Ciudad de Córdoba y estaba inaugurando con bombos y platillos- no inocentemente- lo que habían decidido llamar Barrios-Ciudades” (…). Estos tenían todo lo  necesario centros de salud, escuelas y dependencias policiales. Pero a poco de andar nos dimos cuenta que los barrios-ciudades tenían un objetivo bien concreto: ocultar a la pobreza visualmente, desvinculara en términos de presencia y, por macabro que suene, ghettificarla. Si, ghettificarla como a los judíos de Alemania o los afroamericanos en Estados Unidos; ghettificarla en términos simbólicos, en un territorio determinado –lejos de la ciudad- a la fuerza y reafirmando la tipificación racionalizadora que todas asumimos acríticamente: que son unos negros villeros, vagos y violentos, repletos de inmoralidad. Pero aquí surgía lo más espantoso: era el Estado –como aparato de clase- el gran productor y modelador de desigualdad y marginalidad futura”.


Ante la anomia del Estado,  en virtud del paro y acuartelamiento ilegal de las fuerzas de seguridad, la ausencia del gobernador y la inoperancia de sus ministros, los habitantes de ese esos guetos que en el caso de nuestra ciudad y provincia   no son extraterrestres sino cordobeses y de pura cepa, el fatídico Martes 3 D salieron a la calle a cometer todo tipo de desmanes, principalmente a robar todo lo que la publicad de una sociedad basada en el consumismo atroz, les niega en la realidad, al condenarlos al trabajo precario, la marginalidad y la vinculación con las traficantes de droga como modo de subsistencia ante la carencia de trabajo y perspectivas.  Al tiempo no es descabellado pensar que la misma policía o un sector de ella, marginado de la corrupción, los utilizó  como forma de presión, chantaje extorsión o lo que sea  al gobierno para que  haga concesiones favorables a sus peticiones de aumento salarial.

Los saqueadores, no son extraterrestres, son cordobeses,  considerados  públicamente como “negros de mierda”, “motochorros”, “vagos, “choripaneros, plandescansar” cuando en rigor de verdad expresan no una clase social,  tampoco un sujeto histórico capaz de desatar un cambio, sino una salida individual a la crisis económica, social y cultural que vivimos, ante la carencia de un proyecto colectivo. Proyecto que sinceramente pensábamos que se  estaba pergeñando a partir del 2003.

 Ya en otras épocas fueron calificados como “orilleros”, chusma” “aluvión zoológico”, “cabecitas negras”, harapientos, “masa informe, de pasiones bestiales”. Los motes del desprecio conllevan con frecuencia, el sobrenombre animal o una connotación equivalente o sea, la reducción a lo instintivo, a lo meramente espontáneo. Esas  fajas de seguridad puestas por los guardianes  del pensamiento hegemónico, fueron asumidas por los plebeyos de este,  nuestro suelo, como signos de identidad. Así, como dijo esa mujer, “..el insulto fue recogido y transformado  en bandera de trabajo, de justicia y de paz….”. 

Chusmas  o descamisados  venían a triturar una totalidad densa,  a ampliar el  campo social, económico y  del pensamiento. A terminar con la  democracia renga  y la década infame, asumieron un papel en la política  construyendo la argentina moderna.
Pero ahora estos cordobeses, de 2013, que algunos en su tecnicismo académico calificaron como “lumpen”-, carecen de ese contenido transformador, de esa intención,  de mutación social. No son un sujeto social revulsivo que viene a cambiar la historia. Hay una violencia subterránea  de esos cordobeses marginados, excluidos, amurados -sin que existan muros de ladrillos-  que se veía incubando desde hace mucho tiempo. Se visibilizo y salto en cualquier dirección,  en forma individual, porque carece de sentido de dirección. Y sobre todo de una teoría de cualquier tipo, reformista y menos aun revolucionaria. Ello también dio pie a la vuelta a discursos que pretenden aplicar políticas represivas, la Tolerancia Cero, el Derecho Penal de Enemigo, a lenguajes que creíamos superados, y desnudo un severo daño en nuestra sociedad, que no es capaz de dialogar y evidencia también el alto grado de irresponsabilidad  e inoperancia de nuestros gobernantes. No se puede tampoco pretender licuar responsabilidades en la abstracta “sociedad”, sino que existen distintos niveles de la misma. La primera la del Jefe de Policía, luego la de la Ministra de Seguridad, la de la Vicegobernadora y la principal la del Gobernador.

Algunos hablan de un coctel explosivo, de narco escándalo, corrupción policial e inflación. Pero los atacados no fueron ninguno de las grandes firmas, empresas o supermercados que son los verdaderos formadores de precios,  sino quienes sufrieron las pérdidas fueron los comerciantes, pequeños y medianos. Lamentamos profundamente  el miedo de los “ciudadanos comunes” como se dice, de los empleados, los estudiantes y los obreros.

Entendemos la desesperación de saberse imponente, los daños materiales a propiedades privadas y públicas y los muertos de esa aciaga noche de anomia.

 Lamentamos y nos da pena, mucha pena, los discursos que aparecieron de carácter xenófobo, racista y clasista, reclamando justicia por mano propia y virtuales linchamientos a estos “extraterrestres cordobeses”: los motochorros, Pero lo que más lamentamos es que muchas otra personas no serán violentadas solamente por un día, o noche, sino que padecen una violencia estructural y de toda una vida. Y es muy difícil que no la sigan sufriendo. Por eso el desafío, -mal que les pese a los que consideran la desigualdad como algo natural-, el desafío  sigue siendo la igualdad. Una igualdad basada en el dialogo y como única forma  de avanzar hacia la construcción de una democracia, real, social y participativa, y una de una sociedad más justa y más digna.

No se pretende con esto dar por terminado el debate. Al contrario es para iniciarlo. Para tratar de entender que paso.


Eduardo Alberto Planas
Mariana Valle: Comentario a "Letra Muerta: novela de zombies en Còrdoba"

Sobre finaditos y finados, sobre las ruinas de la Ciudad de Babilonia, desorden y caos social. Una lectura literaria al dìa que "Còrdoba se prendió fuego". Como ustedes sabrán, la obra literaria es un exponente excelente de las vivencias y
subjetividades sociales que coexisten en su seno aùn antes de ser "materializadas" en hechos concretos.

Por eso el genial Arlt previò el derrocamiento infame de Yrigoyen, con toda su lógica cìnica -los acuerdos entre la xenófoba Liga Patriòtica y algunos disturbios fomentados por ellos mismos-. Por eso el gran Marechal previò el asesinato de Aramburu. Por eso la literatura habla antes que el televisor y con lenguajes no tan claros, pero ciertos.

 Porque descubre el encubrimiento de los discursos políticos, masivos, la lógica exacta y nefasta de los torturadores. Còrdoba es una ciudad profundamente atravesada por la discriminación. Lo dicen los cuartetos (no lo inventan ni lo fomentan, lo muestran). Lo dice la melancolía de esta nueva camada de escritores. Lo demuestra la indiferencia hacia el arte en Còrdoba.

Leo una novela llamada "Letra Muerta", de Guillermo Bawden y Cezary Novek (Llanto de Mudo, editorial, 2012).  Otra vez el tema de los zombies, pero zombies del tercer mundo.
Ambientada en una Còrdoba surcada por el "desborde gubernamental", el caos fomentado por años de indiferencia y bajo el mandato presidencial de Macri.

Así, de repente, un dìa aparece el síntoma (los zombies devorando todo alrededor), pero de un país enfermo de desidia e indifernecia al prójimo por varios años previos.

No es el prejuicio aséptico y aberrante del cliché yanqui, el tema del "zombie" como "extranjero".
No es el zombie como duplicación del terror que se pretende fomentar hacia los países pobres (el tema de la sangre extraña e impura del africano u oriental al que se pretende despojar de sus riquezas legitimando su criminalización constante).

No, son zombies cordobeses. Son pilas de muertos que se devoran nuestra ciudad, la ciudad que arde. Son excluidos que avanzan sobre la población de "niños bian" y otros pobres víctimas ocasionales.

 "He leído lo que le ha pasado y no tengo que decirle a usted que el infierno está en la tierra. Estos son los días previos a la segunda venida del señor. Es nuestra oportunidad de arrepentirnos de nuestros pecados, de levantar una nación sana, vital, libre del crimen, de la suciedad, de la voracidad de los amorales"

-Letra Muerta, cap. 25-

 Es la Ciudad de Babilonia en que Tejeda encontró el pecado y es la misma "Ciudad de Babilonia" (así la llama) del Negro Chetto. Una Córdoba, ciudad de pecadores, un infierno vivo. Pero los pecadores son sus gobernantes.

Los zombies del tercer mundo son los dictadores, los crueles, los tiranos, los que deshollan vivos a los pobres: les roban todo, hasta la dignidad.

 Hoy màs que nunca al verlo a DE LA SOTA me di cuenta que el hombre es un cadáver. "No nos interesa si la amenaza procede del extranjero, de nuestras propias FFAA o del mismísimo Infierno. Cualquier disidente que amenace el bienestar de los argentinos será combatido hasta su aniquilación total. Sin excepción".

Los muertos andan caminando por Còrdoba. En una ciudad de saqueos y desmadres que son producto directo de la inequidad del gobierno provincial. Algunos medios sòlo parecen recordar a los pobres cuando se los quiere criminalizar. El chivo expiatorio de siempre.

Ojalà que un nuevo Eternauta -o Cordonauta- surja de entre las cenizas. Esto se llama : el desastre de la civilización. Son ellos los peligrosos. Son ellos los amorales. Son ellos los extranjeros de este pueblo que es de todos los que lo vivimos y respetamos. Son ellos, los muertos que dicen atrocidades y comentarios racistas por las radios. Los zombies no tienen sangre impura, son amorales, son frìos,  son tiranos, son muertos que aùn reprimen. Sus cabezas huecas son producto de la banalidad del mal (Arendt) que los puso a marchar. Ellos son sòlo artífices de un mal mayor. Títeres de poderosos, de políticos, de cìnicos.
No cierren las puertas hoy, el mal ya està en nosotros. Para sobrevivir hay que erradicar la matriz que lo origino.




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